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Polvo en el viento

Bien, hacía mucho que no redactaba textos de este tipo, tan explicativos, contemplativos, con semejante reconstrucción de los datos. Debo de...

sábado, 31 de diciembre de 2011

Psicodélicamente alucino


Revisando mi historial de experiencias pasadas, he descubierto prescenciar vivencias que superan incluso las situaciones más inusuales que pueda intentar volcar en mis obras.
Era mi primera vez palpando algo del mundo, adentrándome en el tabú de actividades ilícitas, prohibidas para mi corta edad. A mis trece años, observaba con respeto y temor las bebidas con graduación alcohólica, ya dispuestas a lo largo de la mesada. Pasadas las doce de aquel fin de año, y sin padres en casa, comenzamos a pasarnos los primeros tragos. Sosteniendo una botella en mi mano, me sentí peligrosa.
Eran demasiados los participantes de aquella reunión, demasiados como para guardarlos recelosamente en mi memoria. Sólo he retenido aquellos comensales claves en la historia que me he dispuesto a relatarles: mis dos primos, Javier, Tincho, Lucía, y una chica perturbada de la cual curiosamente no recuerdo su nombre. Ahora que lo pienso, no distingo qué clase de relación mantenían Javier y Tincho, pero estoy segura de que eran parientes. Ambos eran corpulentos y torpes, mayores que yo físicamente pero dudo que lo fueran respecto a su edad mental. Con sólo decirles que me recordaban mucho a Tweedledum y Tweedledee de Alicia en el país de las Maravillas, me reservo de demás descripciones. Les aseguro que no eran la clase de personas en las cuales depositarína algo de confianza. No fue casualidad que más tarde pensara que el estar en sus manos sería equivalente a estar muerta.
Lucía era la versión mejor lograda que he visto de la CreepGirl que siempre quise ser. CreepGirl es un seudónimo que ideé para mí misma. Describe mis instintos, mi filosofía, la forma en la que me veo y percibo. A pesar de que sólo lo he utilizado para una de mis cuentas en un sitio de arte y a manera de nombre-clave en un concurso literario, puedo afirmar sentirme orgullosa con mi creación. Retomando el tema, así era Lucía. Una joven gótica cubierta de maquillaje negro, que dibujaba una sonrisa desgarbada cada vez que intentaba mostrar algún gesto de cortesía. Sus manos eran pálidas al igual que el resto de su bien definido cuerpo.
La curiosa chica sin nombre no presentaba muchas diferencias con respecto a la anatomía de Lucía, sólo que cubría su cuerpo con largos harapos negros. Un negro y largo cabello grasoso coronaba el look, contrastando con sus oscuros y grandes ojos.
Pasadas unas rondas de tequila, todo se vuelve confuso. No recuerdo nada.
Flashes vienen y van. Mis manos sostienen involuntariamente más vasos con diferentes sustancias. Mi primo vomita. Lucía besa a un extraño chico.
Despierto. Me tomo del barandal más cercano y me encierro en una habitación elegida al azar. Puedo escuchar la música ahora, demasiado grande y ruidosa para el minúsculo baño de la vivienda. Siento que me voy a desmayar y lucho por evitarlo. La música se hace más y más estridente dentro de mi cabeza. “This is not my beautiful house! This is not my beautiful wife!”. La melodía ya no sólo está en el interior de mi cerebro. Son los Talking Heads, Once in a Lifetime, y están completamente sobre mí, vibrando contra mi espalda. Estoy tendida en el piso, parpadeando y tratando de estar conciente. La chica sin nombre me mira fijo y me rasguña. Me defiendo como puedo.
Es el fin. Estoy acabada. Estoy hiriendo al diablo. He vendido mi alma.
De pronto, la puerta del cuarto se abrió y una docena de personas que por lo visto me habrían estado buscando por todos lados entraron. ‘¿Estás bien?’ preguntó alguien, preocupado. Yo no podía hablar. Estaba asustada, estaba confundida, tenía que saltar, tenía que amputarme el brazo, tenía que hacer algo. Mi primo estaba con ellos, pero todo lo que él podía hacer era balbucear acerca de robar un bote salvavidas y escapar hacia el puerto.
Huí hacia otra habitación y encontré un cuarto bajo las escaleras que, por alguna razón, estaba provista de una almohada. Infestada por el olor a humedad y podredumbre, no me inquietaban las arañas. Me recosté sobre ella y disfruté la soledad. Podía oír a todo mundo afuera, particularmente a mi primo, quien continuaba sus divagaciones tratando de saltar al agua en busca de un bote salvavidas. Me preocupaba que se ahogara y que entonces tendría que hablar con sus padres. Esa era mi mayor preocupación: no me importaba quien muriera, por más vil que sonara. Tan sólo no quería lidiar con la policía y tener que afrontar a nuestros padres luego. Por supuesto que justifico este turbio pensar a mi falta de sobriedad y sentido común dado que obviamente, me encontraba alcoholizada por primera vez. Me desconocería completamente en el caso de que utilizara este malévolo criterio en estado normal y a plena luz del día, pues basta con afirmar que valoro más la vida de los demás que la propia mía.
Finalizada mi siesta, abandoné el minúsculo reducto en el cual descansaba. Me encontré con la casa limpia y una empleada del personal de limpieza haciendo su trabajo. Nadie en el living. Nadie en el comedor. Nadie convulsionando, ni agonizando como hubiera imaginado que aquella fiesta iba a terminar. Salí a la calle y confirmé mis dudas. Sólo mi primo y tal vez una cinco personas más dormían en el cordón. Antes de tomar la medida exhaustiva de obligarlo a entrar a la casa en ese instante, me senté a su lado. Estiró su mano y la tomé. En un esfuerzo por comunicarse conmigo, hizo ademán de decir algo, gimiendo y agitando efusivamente ambas manos.
La luz del alba me encandilaba. El sol destilaba sus primeros rayos contra nosotros.
Me paré y me fui, tan vacía como al principio de la noche.

miércoles, 28 de diciembre de 2011


Miles de conceptos y demasiadas mentiras
Analizé que me perdí en muchas miradas que no coincidían con la mía
Que el estar sola o desconectada serían mi muerte
Porque es dificil, simplemente estar lejos y al mismo tiempo presente
Me mataban las mentiras, cosas que suelen pasar
Y analizé que siempre mentí en el concepto de amar
Que nunca me enamoré en el fondo
Tal vez pensaba que era algo que se acabaría pronto
No confié, y simplemente terminé destrozando sueños y heridas
Jamas pense que tocaría fondo sin tu compañía.
Y hoy caigo en la cuenta de que en verdad te quiero, aún te extraño
Y si la vida me diera otra oportunidad
te recompensaría de la mejor manera.

sábado, 24 de diciembre de 2011

La muerte... corrompe el sentido del existir. Parece interrumpir el desarrollo del ciclo vital humano. ¿Qué mas puedo agregar a la frase, además de alegría?
Esos momentos donde los escritos hablan solos.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Vísperas de la muerte

Me obligaron a sonreír. Ataron mis comisuras con aguja e hilo a fin de formar el perfecto reflejo de una felicidad que no siento ni poseo. Tuve entonces que pintar una falsa sonrisa en mi rostro, colocarme una máscara en este preciso lugar. Es que hoy he comprobado que parece encontrarse terminantemente prohibido gesticular o exteriorizar malestar emocional, más en épocas tan felices para la sociedad como lo son estas.
Caminaba sigilosamente por la calle, dejando que todo mi peso corporal cayera sobre el pavimento. Mis pisadas quedaban impresas en la húmeda acera y mis bolsillos soportaban el espesor de mis frías manos. Tomé entonces un rol analítico, observando como en anteriores ocasiones, las actitudes que adoptaban los protagonistas y la tan elaborada escenografía de lo que parece una obra montada especialmente para este período del año. Una infinita gama de colores inunda la ciudad pregonando una dicha que bien sabemos es inexistente. Luces por doquier, decorados pensados para la impresión ajena, adornos especialmente confeccionados para la fecha. La gente parece querer llevarme por delante, llevando consigo un arsenal de bolsas de diversos comercios. Algunos transitan cabizbajos y con aires de preocupación, mientras que otros felices y orgullosos, parecen estar satisfechos de su compra.
Creo yo que estaría de más hacer hincapié en la notoria incomodidad que me produce caminar entre las masas; es probable que pertenezca a una raza diferente, pero he nombrado en reiteradas ocasiones el malestar que siento al mantener cualquier intento de sociabilizar o mantener contacto con los de mi especie. Por esto es que preferí ignorar o simular no ver a la innumerable cantidad de humanos que abarrotaban hoy las avenidas.
No me molesta en lo más mínimo ser esta especie de grinch adolescente a la cual las navidades no generan emoción alguna. Sinceramente no comprendo qué están celebrando. Somos unos estúpidos alegres que complacemos los deseos del enorme comercio de estos meses del año. Sólo pienso lo bien que la pasarán los que obtienen un bien real de esto, aquellos que adquieren provecho propio y dinero de toda esta situación de orgasmo colectivo. Creo que son los únicos que de verdad tienen los motivos suficientes para celebrar algo.
En lo que a mí respecta, no tengo nada que festejar. El fundamento por el cual asistiré a la reunión familiar es para no hundirme el resto de la noche en mi dolor. Detesto los días que van del 23 al 26 de cada mes. Noches de verano como estas, me recuerdan que tu cuerpo existe aún, oculto algunos metros bajo tierra. Echándose a perder y rebalsando de soledad. Una soledad que poseen sólo los que han dejado súbitamente de existir. La soledad de los muertos. Aún continúo con mi duelo y el luto me persigue donde quiera que vaya. Y continúo profanando tus fotos y videos en redes sociales, o sin ir más lejos, en esta página web.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Pequeños placeres


Una suave brisa de verano me hechiza y condecora mis sentidos. El perfume que desprende el colorido árbol de mi vereda penetra a través de la ventana hasta mi habitación. Esta singular planta, parece haber alcanzado su máximo esplendor durante este período del año, en el cual se da el placer de enseñarnos sus preciosas y extrvagantes flores. Parece disfrutar despertando envidia en el resto de las criaturas silvestres, demostrándoles lo agraciada que es capaz de ser. Admito que mi dormitorio no suele conformare mucho debido a su tan notoria seriedad que poco tiene que ver con mi estilo. Sin embargo, esa neutralidad se equilibria con la hermosa luna que me permite ver aquellas noches en las que cielo se encuentra libre de nubes.
La luna, qué hermoso cuerpo flotante. Tan hermoso que me desagrada llamarla un satélite, pues la palabra no la amerita lo suficiente. Es indescriptible la magia que gira en torno a su blanca superficie, sus profundos cráteres, la enigmática y misteriosa luz que irradia. La he estado observando a lo largo de toda mi vida y por más imbécil que pueda sonarles aún no me canso. Este cuerpo flotante me transmite tanto calor, armonía, paz... observar la luna es lo único que me tranquiliza en aquellos días donde todo parece caer a pedazos.
El requiem, la mayor obra musical de la humanidad. Arte supremo consagrado por un dotado ser humano como lo fue Mozart, del cual, muchos desconocen. Grandes compositores de su gama están siendo para mis lamentos, ignorados, reemplazados por melodías compradas y elaboradas por falsas productroas que sólo pretenden que los adolescentes consuman.
Escuchar Mozart, oler flores, observar la luna... sonrisas instantáneas, pequeños consuelos para los que continuamos con nuestro fracaso de vida.

martes, 29 de noviembre de 2011

Impulsos


Caminando, nos cruzamos. Te veo distante y nace en mí el deseo de confesarte todo. Tus pies transitan al compás de los míos y puedo oír cada vez más claramente tus pisadas.
¿Cuál de tus atributos será el que me lleva a sentirme tan atraída? Tu forma de ser no hace más que desenvocarme en súbitos impulsos de gritarte. Somos semejantes en cuanto a lo padecido, no más que dos almas torturadas e incomprendidas que se unen a fin de contenerse la una a la otra. Así que ven acá, enséñame tu vivir. Muéstrame tus penas y compratiré contigo las mías. Acércate un poco, quiero tenerte a mi lado, respirar el aire que exhalas, llenarme de tu escencia.... volar en el paraíso de ver tus oscuros y tan profundos ojos, caminar en las suaves praderas del rozar tu piel, dormir en tus sedosos y prudentes cabellos...
Pareces tener prisa, puedo sacarte de tus apuros. Pareces estar aburrido, puedo hacer que rías hasta llorar. Pareces estar serio, daría todo por robarte una sonrisa. Pareces monótono, podríamos escapar de la rutina. Por vos, que no haría por tenerte conmigo...
Quiero que me lo expliques todo cuantas veces se te antoje, quiero que calles la infinidad del silencio siendo fiel a tus crueles instintos, que bien sabés me destrozan. Tu suave tono de voz es el más dulce éxtasis para mis oídos. Deseo que tu dedo índice marque el norte; serás mi brújula y podrás escoger el camino. Tu elección será el elixir del que beberé y gracias al cual me mantendré viva. Toma mi mano, conecta nuestras almas. Llévame por los caminos más oscuros y los rincones repletos de luz de tu vida. Anhelo saber todo de tí, conocer todo lo que conoces, palpar todo lo que tocas, quedarme contigo hasta el final.
Nos vemos de frente, pero no atino a articular nada. Sigues de largo, y sonrío. Tal vez la próxima...

lunes, 21 de noviembre de 2011

Un comienzo, ¿O un final?

La lluviosa e inestable mañana del lunes 24 de octubre, feriado nacional, me recibió con toda la amabalidad del mundo. Envuelta en una curiosa y melancólica esfera, la calle se observaba sumida en una paz inexorable e inaudita. Observaba pacientemente cómo el agua de una fina llovizna, víctima de la gravedad, decantaba a través de el frío vidrio de mi ventana. El seco y casi imperceptible ruido que producían al golpear contra la abertura, irradiaba una paz que bien sabía en mi hogar no existía.
Recostada en mis aposentos, la oscuridad total reinaba. Utilizaba como otras innumerables ocasiones mi dormitorio en función de escondite, pero aún así no me sentía guarnecida de la tensión que acechaba el lugar. Podía divisar los pulgares de mis pálidos pies, helados en aquel momento, retorcer un extremo de mis sábanas. Pude oír cómo el teléfono emitía su típico musical el cual indicaba que alguien estaba llamando. El sonido de un frígido grito proveniente de las entrañas de mi madre me guió hasta el comedor. Arrastraba aún mi manta conmigo, y mis manos temblaban. Traté de conternerla, pero, ¿Qué consuelo le podía otorgar en aquel momento, si ni siquiera podía hallar un consuelo para mí misma? Me fui alejando de a poco, presenciando cómo el mundo se desvanecía por sobre mis manos. Me fui alejando de a poco, infartada por la situación, devastada por la noticia, sosteniendo la sangre que escurría mi alma entre mis manos.
Presa del pánico.
Agotada.
Complaciendo al demonio.
Aferrándome a mí misma como único soporte.
Me desplomé tal y como lo haría una criatura en la sucia alfombra de la sala de estar. Alcanzé a divisar imágenes de recuerdos del pasado, memorias infantiles, travesuras inconcretas. Tantas risas, tantas charlas. Tantas cosas que jamás nos dimos el lujo de confesarnos, tanta verguenza, tanto pudor. Infinita cantidad de injusticias, de lágrimas que ahora derramaba en tu nombre.
Hubieron más llamados aquel húmedo y lluvioso día, mucho más de los que cualquiera de nosotros hubiese deseado. El tedioso timbre del teléfono mostraba su estridente ruido durante mucho más tiempo. Sujetos conocidos y completos extraños trataban de comunicarse para expresar sus "más profundas condolencias" y fuerzas para superar el tan penoso momento.
Recibí numerosas visitas, las cuáles debido a mi severo shock no recuerdo muy bien de quiénes se trataba. Girando la vista hacia la gran abertura espacial del universo, pude contemplar lo que ocurría mientras tanto, afuera. Una ínfima capa de rocío cubría las chapas de los vehículos que, apurados, transitaban por las calles de la abarrotada ciudad. Las hojas de los árboles dejaban gotear algunos rastros líquidos cubiertos de silencio. La paz inexorable y la profunda armonía que transmitía aquel panorama, muy poco tenía que ver con la realidad que me atropeyaba.
Pasé aquella noche hundida en mi soledad. El clima parecía haberse puesto de luto, con una enorme tormenta que provocaba estragos. Ramas se mecían sin piedad, gotas que con una increíble fuerza se estrellaban contra mi tejado. Un viento de tempestad que otorgaba vuelo a las expectantes hojas secas, las cuales formaban ya parte de los restos de el otoño. ¿Se trataba entonces de una imitación burlesca de mi situación, reflejada en aquel imprevisto temporal? ¿O era sólo el reflejo consumado de mis cenizas lo que constituía desde mi punto de vista un espejo, vano reflejo de la tristeza que me invadía?
Me estaba costando demasiado rendirme a los brazos de Morfeo. Aquella noche me invadía un deliberado insomnio sin prosedencia lógica, entumeciendo mis músculos e interrumpiendo mis pocas ganas pero gran voluntad de consolar el sueño. Decidí entonces distraerme.
Fijé la vista, al azar, en cualquier objeto que se me presentara. La casualidad o tal vez mi consirable cansancio, me condució a posar mis ojos en un Rosario. Simple pieza de plástico colgada por mi madre, cristiana ferviente, en uno de los cajones de mi cómoda. Una regresión inesperada me asaltó, recordándome la procedencia de aquel ente religioso.
Fue a los doce años, en un retiro obligatorio. ¿Se había tratado de una experiencia productiva? Estoy segura de que no me enriqueció en lo más mínimo. No obstante, opté por ponerme de pie. Recogí el objeto, lo enredé en mi muñeca, y me recosté nuevamente. Lo estrujé con todas las fuerzas que pude emitir desde mi débil y cansino cuerpo. Lo estrujé como si fuera el cuerpo de mi fallecido primo el que sostenía en mi piel, para de alguna forma sentirlo de una manera más directa y fuerte.
Pasillos, subidas, bajadas y corredores. Ascensores que no suben ni bajan, puertas que conducen a la nada. Esta sería una vana representación, más bien gráfica e ilustrativa, del gran misterio de la mente humana. Innumerables incógnitas aún irresueltas provocan el constante pensamiento, esfuerzo y preocupación de miles y millones de científicos especializados en el campo. Se rompen la cabeza en pedazos, en sus inútiles y desesperados intentos de comprenderla. De entender un poco más acerca de sí mismos, de lo que son, de su propio cuerpo y su respectiva conformación.
Afuera, la tormenta no se cansaba de provacar caos. Por dentro, luego de mucho tiempo, calor y contención inundaban el ambiente.
Lacrimosa dies illa
Qua resurget ex favilla
Judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus
Pie Jesu Domine
Dona eis requiem, Amen.
-Wolfang Amadeus Mozart-
¿Te recordarán hoy los que tenían verguenza de mencionar tu nombre? ¿Poseerán plenamente también ellos, sentimiento que llena el corazón de los que te extrañamos tanto ahora? La piel se estremece casi automáticamente al recoradar cuánta bronca corrió por mis venas. Como si fuera más digno morir de leucemia o cáncer que de una sobredosis. Como si realmente hubiera algo de dignidad en la muerte
Pero la vida seguía su ritmo, y fue mi propia voluntad la que me insitó a asistir al colegio al día siguiente. Mi casa era un infierno, un hogar que ardía en las despiadadas llamas del no existir. Me la pasé en el baño del edificio, encerrada, llorando por demás. La gente me tendía su mano, pero ¿Cuál era la finalidad de su ayuda? Nada lo traería devuelta. De cualquier forma, la emergencia hídrica hizo que todo el alumnado se retirara. Y así salí del colegio, rumbo al funeral más traumático de mi vida.
Mi padre detuvo el auto en una curiosa avenida, con la excusa de que debía relizar comprar en un kiosco. Dijo ir a comprar alguna golosina, supongo que con el fin de alivianar un poco el ambiente y levantar al menos un poco mi miserable humor.
Al bajar del auto, observé a la multitud. Las personas continuaban caminando, practicando una especie de coreografía robótica. Cada uno tan metido en lo suyo, tan compenetrados con sus tareas. Jóvenes, ancianos, niños... tanta basura procreada. Sentí el impulso de soltar un aullido, un pedido de auxilio. En medio de tantos extraños, los seres humanos me mareaban. Mi madre me tomó de la mano, y comenzó nuestra pregrinación. Éramos una familia de tres, vestidos de luto, transitando en medio de la indiferencia que parecía mostrar resto del mundo. La larga caminata hasta la sala de velatorios concluyó al ingresar en ella. Las nahuseas aumentaron su intensidad: advertí la prescencia de una tabla con los nombres de los difuntos que eran agasajados durante aquella jornada.
Lucas Damián Ybañez
Q.E.P.D Fallec: 23-10-11 Exhum: 26-10-11
Simples palabras, escasa redacción, pobre sentido poético, típico homenaje. No obstante, aquella vulgar conjugación idiomática provocó estragos en mí. Fue un impacto tan fuerte, que al leerlas sentí como un cuchillo me atravesaba por medio. Observé durante un largo rato aquella cuadrícula.
Por respeto a la memoria de todos, me privaré de contarles los detalles de lo vivido dentro del salón. Me limitaré a confesarles que me costó mucho entrar. Temblaba ahora hasta mi caja toráxica, y no creía tener las agallas suficientes para hacerlo. De todas formas, terminé accediendo. Hasta hoy me aterrorize la imagen de un pálido cuerpo, recién salido de la autopsia, con un ramo de flores, probablemente las únicas y las últimas que recibió a lo largo de su corta vida. Una muerte joven yaciendo en un lecho precario. Obviamente, dejaré ileso de integridad al momento que relataré a continuación, pues lo considero central en esta crónica de muerte.
Al final de la ceremonia de despedida, me pareció apropiado dejarle algún recuerdo. Había oído de ciertos casos en los cuales se le entregaba un medallón al muerto, similar al que tenía el vivo, y así sus almas seguirían conectadas más alla de las dimensiones espaciales que los separaban. Sin embargo, me aterraba la idea de acercarme a ese simple cajón de estaño.
Para mi suerte, mi tío irrumpió en la escena. Admito que no tengo demasiado tacto, y al no surgir en mi palabras de apoyo, opté por algo simple. Lo miré a los ojos, me quité el rosario que llevaba colgado, y le pedí que se lo diera. Él sonrió y asintió. Esta vez, no necesité explicarle nada.
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Tanto tiempo se prolongaron mis vanos esfuerzos de traterte a la vida de nuevo... observando constantemente nuestros videos, fotos de una que otra reunión, canciones u objetos con tu olor. Conservando como oro tus objetos olvidados, venerando la tierra que alguna vez pisaste...
Hasta que cierto día caí en la cuenta de que hay una sóla cosa que la muerte no pudo tomar de mí. Existe algo que no tuvo en cuenta al despojarme deliberadamente de tu compañía: MEMORIA. El recuerdo, ese espectro de tus ganas de vivir que conservaré en lo profundo de mi alma. El sentir de tu presencia, tu vitalidad joven, tus chispa. El placer y la buena experiencia de haberte conocido, que halla tenido la suerte de ser tu prima.
Y aunque me destruya vivir el resto, o lo que queda de mi vida sin que formes parte de ella, sé que es necesario que no te retenga más y continúe mi camino. Recordar y castigarme por cosas que tuvieron que pasar, sólo me hundirá más en los suburbios del oscuro camino por el que al masoquismo le agrada hacerme transitar. Cargar con lo que me pesa y superar las cruces que se me presentan en el trayecto es lo que resta por hacer; luego se verá.
Hoy, un mes después de tu deceso, aún soy una atea convencida. No puedo asegurar con convicciones fuertes que exista algo después de la vida, pero estoy segura que llegará el día en el cual nuestras almas se reencuentren, para por fin descansar juntas.
Tan profundo, no me duele, no me hace mal.
Lejos, en el centro, de la tierra, las raices del amor, donde estaban, quedarán.
Entre no me olvides, yo no dejo nuestros abriles olvidados
En el fondo del placard, en el cuarto de invitados
Eran tiempos dorados, un pasado mejor.
Y aunque casi me equivoco y te digo poco a poco
No me mientas, no me digas la verdad
No te quedes callado, no levantes la voz, ni me pidas perdón.
"Quienes nos aman jamás nos dejan. Se quedan por siempre... aquí."

sábado, 19 de noviembre de 2011

Esbozando mi asesinato, matándome lentamente, planeando una crónica mortuaria.


Honestamente pienso que mis escritos son basura. Ya no soy la misma de antes, eso está más que claro. He madurado mucho en este tiempo y pienso seriamente que tal vez ya sea tiempo de cargar con lo que tengo y dejar mi pasado detrás.
El infierno de asistir a un establecimiento religioso donde no se me permite libertad de expresión, resulta cada vez más intolerable y me está carcomiendo por dentro. Observar como hipócritas hablan de moral y de la concepción errónea y recortada que poseen del mundo, me inunda de angustia. Profesoras con frustrados sueños intentan terminar con los míos también; me inculpan de cosas que jamás hice, me anotan en su maldita planilla por hechos de los que nunca fui responsable. Estoy cansada ya, eso es todo. Mi casa es un espacio neutro en el que ya no soy bienvenida. Lo mejor que tengo aquí son mis mascotas y mi máquina de escribir.
Caminando sola por los senderos de esta podrida urbe, me hace pensar en la muerte. Algo está por cambiar. Algo tiene que cambiar.
La muerte de mi primo me tortura incansablemente. Todo me recuerda a él, y siento que me sopla las pestañas mientras duermo. Mis terroríficos sueños con el día de su deceso continúan. Sólo estuve un par de horas en su funeral, y no lo pude acompañar hasta el final. Supongo que es por eso que todas las noches, horrorosas pesadillas de un entierro me persiguen. El fantasma de un recuerdo que no pude ver bajo tierra atormenta mi existir. Estaba recostado en un cajón, en una alta y lujosa iglesia. Su oscura, silenciosa y demacrada silueta lucía casi como la de un niño, tal y como aparece su figura en uno de los tantos videos de nuestra infancia que no dejo de ver. Todos estaban presentes allí y logré derramar tantas lágrimas en su nombre como no pude hacerlo hasta ahora.
No consigo encontrar un final adecuado para mi novela y no caeré en la postura otorgarle una terminación absurda. "La coherencia ante todo" es mi lema. Pienso que las historias incoherentes sólo aburren y desilucionan al lector de una manera desorbitante. Hay que utilizar la lógica para crear fantasías, que es en definitiva lo que necesita la gente de hoy en día. Los jóvenes carecen de ideales y desde mi punto de vista, parece que todos viven enfrascados en su realidad y no ven más allá. Resignados a no levantar la vista, consideran absurdo utilizar la imaginación y ahí es donde está su error cataclíptico. Debemos ampliar nuestra visión. La humanidad caerá en el estancamiento si la gente deja de soñar y utilizar la mente para crear cosas. Incluso me atrevo a afirmar que la ciencia, en cierto modo, se encuentra fuertemente ligada a la imaginación. Para plantear teorías científicas, primero se debió visualizar suposiciones dentro de las grandes de mentes de personajes como Newton, Edison y el gran Albert Einstein. Es esencial figurarse nuevos caminos para avanzar. Todo lo que existe previamente fue cuidadosamente o no, planeado.
Pero, despues de todo ¿Qué puedo saber yo? ¿Cómo podría exigirle credibilidad a palabras que salen de la boca de una joven de 16 años? Honestamente, a través de este blog solo denoto transparencia y enseño al mundo mi perfil más delicado y oculto. En mi vida cotidiana, trato de fingir cordura cuando en realidad debo admitir que estoy bastante trastornada. Sólo espero el momento de cumplir 18 años, comprar un departamento y tener un gato.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Anhelos*


Mi cabeza se hallaba tristemente nula. Casi bloqueada. Me senté apoyando todo el peso de mi mentón sobre mis manos, en una de mis tantas noches de reflexión, sumergida en mi persona. Ya había escrito acerca de mis desgracias adolescentes, de mi infancia mágica, de mis dichas y pormenores de mi papel, en este podrido lugar que me tocó vivir en la sociedad. Entonces me dí cuenta. Jamás había hablado sobre mis sueños. ¿Qué espero para mañana? ¿Cuáles son las expectativas que me planteo para lo que viene? El futuro... y puntos suspensivos. Es tan incierto que constituye casi un misterio. Tema tabú e intocable, en mi caso.
Cuando iba al jardín de infantes, era una persona tranquila y calma. Solía sentarme sola a pensar. Mi memoria no me traiciona, y bien recuerdo haberme imaginado millonares de cosas. Tal vez padecía de un leve caso de autismo o algo así, pero el caso es que jamás participé de ninguna actividad con mis compañeros de sala. Mientras los otros pintaban, en mi mente surgía una revolución cinematográfica. Me veía en una serie de espionaje, en las carteleras del cine y de la tele. La trama que había armado era más o menos así: yo era una espía de 5 años que junto con sus amigos resolvían crímenes seriales, historias de fantasmas o misterios urbanos. Tenía una pandilla que era incondicial para mí, cada uno de los integrantes de ella bien trazados y con nombres y todo (no los diré aquí porque la verdad es que son muy vergonzosos). Hacía un poco lo que hago ahora, recolectar experiencias visuales en su mayoría, sobre lugares personas u objetos. Sólo que con el tiempo logré plasmarlos en alguna rama del arte, como lo es la literatura.
Estos antecedentes despertaron luego en mí la necesidad y la ilusión de convertirme en actriz. Alimentaba mi fantasía viendo entrevistas a figuras destacadas y revisando biografías de actrices. Mis infantiles ojos revalsaban de anhelos y preciosas expectativas. Yo quería, lo quería en serio y estaba segura de que mi sueño se haría realidad. Pero el tiempo pasó, y siguió pasando. Y por más que le insistí a mi madre, ella jamás aprobó que practicara teatro (sé que llama la atención sus prohibiciones, pero ella es, en fin... complicada.). Y por fin pude tener la materia en el colegio. Tantas veces volví llorando silenciosamente de las clases debido a que el profesor no me tenía jamás en cuenta. Me encerraba en alguna cabina del asqueroso y viejo baño, me arrodillaba en el suelo, apretaba mis blancas manos contra mi rostro y explotaba. Sin nadie para consolarme. Sin ninguna mano apoyada en mi hombro.
Y así aprendí a crecer. Y así me fui haciendo más fuerte, o tal vez más debil. Sin embargo, dudo profundamente que mi metamorfosis halla sido algún bien.
El tiempo y los hechos atentaban con mi persona cada vez más fuerte, asemejándose cada vez más a las olas de un mar embravecido, que rompen contra la superficie de una manera brutal. Me iba desgastando poco a poco, pero me esforzaba y me alentaba a resistir. Pero un buen día la resignación se apoderó de mí. No encontraba ya rastros del mundo de felicidad en el cual vivía. Se esfumaron mis ganas de creer. Y así fue como dejé de tener sueños.
La noche te rompe la copa vendiendo ilusiones,
Dejándote retazos de sueños, por los rincones.

lunes, 24 de octubre de 2011

¿PARA QUÉ NOS VIVEN DICIENDO "ARRIBA LA VIDA", "VIVE FELIZ" O LA TÍPICA EXCLAMACIÓN "¡SONRÍE QUE DIOS TE AMA!", SI LUEGO NOS SUCEDEN COSAS COMO ESTAS? ¿CUÁL ES EL SENTIDO DE PINTARSE UN GESTO DE ALEGRÍA EN EL ROSTRO SABIENDO QUE LA MUERTE ASECHA? ¿CUÁL ES EL REMEDIO PARA ACABAR CON ELLA? RESULTA QUE SU TAN GENEROSO "DIOS" NO NOS ENVIÓ A ESTE MUNDO CON ALGUNA CLASE DE HERRAMIENTO O ESCUDO CONTRA ESTA PROBLEMÁTICA. SE LIMITÓ A CONFERIRNOS UN LIBRO LLENO DE ESTUPIDECES Y UNA IGLESIA LLENA DE LADRONES. ¡Y NO ME DIGAN QUE SEA FUERTE! ¿QUÉ ES LO BUENO QUE SE PODRÍA SACAR DE SITUACIONES EN LAS CUALES EL INTERIOR DEL ALMA SE DESMORONA? EL SUICIDIO TOCÓ LA PUERTA DE CASA. Y ÉL SE LA ABRIÓ CON TODA LA CORTESÍA DEL MUNDO, COMO UN VIEJO AMIGO AL CUAL ESPERABA DESDE HACE TIEMPO. RIERON, TOMARON UN PAR DE COPAS DE MÁS. COMPRATIERON ALGUNOS CHISTES DE BAR, PASARON UNA VELADA EXTRAORDINARIA. PERO LA MUERTE SABÍA LO QUE QUERÍA. Y NO SE DARÍA POR VENCIDA HASTA CONSEGUIRLO. CON SU CARACTERÍSTICA ASTUCIA, COMENZÓ A PERSUADIRLO. UNA SIMPLE ARMA BLANCA BASTÓ PARA ACABAR, DE UN SUSPIRO, CON LA VIDA. Y LA AGONÍA AÚN NO CESABA. UNA HERIDA SEGUÍA ABIERTA AÚN. GIMIENDO EN UN CHARCO DE SANGRE, LO DEJÓ. ¿Y A ESTO LE LLAMAN VIDA? ¿POR ESTO TENDRÍA QUE ANDAR POR AHÍ FESTEJANDO Y TIRANDO ROSAS A MI ALREDEDOR, FINGIENDO QUE NADA PASA? EL MUNDO SE PUDRE LENTAMENTE. O TAL VEZ SEA YO QUIEN ESTÉ PERDIENDO LENTAMENTE LA CORDURA.

viernes, 21 de octubre de 2011

Nunca conoceré a Sombra

Sombra era, de muchas formas, una chica distante a mi entorno. Ella siempre estuvo ahí, en la parte posterior de nuestra sala de curso y por una curiosa razón, algún decir del destino, jamás intenté ningún acrecamiento amistoso con ella. No compratíamos siquiera el más mínimo roze, como podría ser una galletita en el recreo, un abrazo, un chiste. Esas pequeñas formas de mostrar afecto, era algo que jamás nos dimos el lujo mutuo de tener.
Sombra solía sentarse lejos, con bastante desconfianza. Era una persona muy particular y excéntrica, igual de rara que yo. Por aquel entonces, mi persona se encontraba sumida en un grupo V.I.P, cerrado y superficial. No tuvimos la oportunidad de conocernos hasta fines del año pasado.
Sombra llora en silencio, y cuando nadie la ve. No suele dar abrazos, dice guardarlos para ocasiones especiales a fin de no generalizar el gesto. Ella es un tanto retraída, y tiene una voz suprema, especial, casi un don. No es que sea Luciano Pavarotti, pero su tono vocal penetra, sucumbe en el ser de cada uno, llega a lo profundo del alma. Y pega. Pega mucho. Una cosa que me gusta mucho, es cuando canta con su hermana. Parecería como si ambas se unieran en un coro celestial y sus cantos quedaran flotando en el éter de la habitación. Se reconectan. Vuelven a ser lo que eran en el útero materno. Fascinante.
A lo que quiero llegar con esto, es que la dura verdad está servida. Jamás llegamos a conocer del todo a las demás personas. El ser humano es una estructura tan compleja tanto en su conformación psíquica como mental, que lo más probable es que ni siquiera ellos mismo se conozcan profundamente. Todos tenemos un jardín secreto. Todos nos damos el lujo y la desorbitante exclusividad de guardarnos un pedacito de la historia sólo para nosotros. Todos alguna vez dimos vuelta la cara rozando la hipocresía, omitiendo detalles de nuestro pasado que no nos agradan. Nunca nos vamos a concoer del todo, y eso es precisamente lo que hace que las relaciones y la interacción hombre con hombre sea tan interesante. Siempre hay algo por saber, algo nuevo por descubrir, otro dato más por sacar a la luz. Siempre podemos rescatar algo novedoso de una conversación o encuentro.
Venimos ciegos a este mundo, sin saber a dónde vamos ni de dónde venimos. La cultura positivista que han tratado de fomentarnos durante los últimos siglos, nos signa un camino que indica que debemos ser felices, pero ¿Existe la felicidad en sí? ¿Qué es la felicidad cuando el tiempo y el espacio forman parte de la nada?
Aún sigo viéndome con Sombra. Y por momentos creo, que es mi única verdadera compañía, además de mí misma-
Dime, dime ¿Qué te hace sentir que eres tan fuerte?
Puedo ver en tus ojos que eres tan segura.
Porfavor, no me digas que soy la única vulnerable ¡Imposible!

martes, 11 de octubre de 2011

Bullying adolescente

Se podría decir que durante mi niñez fui una persona inocente y feliz. Sin ninguna complicación. Y justo cuando estaba más plena, en una burbuja de felicidad y placer, de un día para otro llegó una tormenta. Todo lo que decía, todo lo que hacía estaba mal. Quienes en ese entonces eran mis amigos, tomaron la figura de amenaza más fuerte que padecí en mi vida. Se burlaban de mí, de mis cosas, de mis gustos, de mi forma de pensar; de mi acento, de mi ropa, de mi peinado, de mi familia, de mí en general. Me hicieron un punto rojo intachable. Dejaron una marca permanente en mi frente la cual indicaba lo que era: la débil. La única persona a la que aunque al tires al suelo, volvería una vez más ofreciéndote su amistad.Durante aquellos años estaba encerrada. No podía decir lo que sentía, no podía expresarme ni ser yo. Era un blanco al cual todos apuntaban.
Comencé entonces a leer más. Comencé entonces a escribir.
Escribir constituyó desde ese entonces, una manera de escapar de mi realidad. De irme a un universo paralelo al mío. Era y sigue siendo, un ritual sagrado que comparto con mi mente, mi vocabulario y mis dedos. Me sentía con una pequeña ración de poder al fin. Me sentía dueña de mis palabras, de mis textos, de mis historias.
Pero esta manifestación divina pasó a ser pública, cuando una compañera hurtó unos manuscritos de mi mochila. Ellas, me creían Dios escribiendo. Me creían una versión moderna de Edgard Allan Poe. Ellas, que tuvieron los más destellantes planes tal vez para mi futuro, olvidaron un pequeño detalle: hasta las personas más virtuosas a veces se sienten solas.
Fue cuando estaba recuperando mi seguridad que vos me pateaste. Cuando comenzaba a sentir que tenía amigos, que era feliz. Fue en mi salir a flote, salir a pelear una vez más, cuando me venciste, me debilitaste, me intimidaste y me hiciste caer abajo, bien abajo. Es por esto que sigo afirmando que odio y odié mis 12 años. Esa edad, de alguna forma, hurtó algo imprescindible en mi persona: la seguridad en uno mismo. A veces, un rayo de sol se colaba por entre las nubes y me hacía sentir, por momentos, como si todo estuviera bien. Pero eso no me sirvió jamás para nada, pues mi estabilidad emocional pendía sólo de un hilo. Y terminó colapsando.
Recuerdo bien una de las más oscuras etapas de mi vida. Días en los cuales me la pasaba llorando. Habrán quienes me juzguen y me llamen una descarada; no me importa. Juro que me encuentro en condiciones de afirmar que viví la depresión piel a piel, cara a cara, frente a frente. Hubo una tarde en la cual incluso busqué por la web diversas maneras de suicidarme. Sé que suena sicótico, y tal vez esté cometiendo un gran error exponiéndome de esta forma, mostrando una faceta tan íntima de mi pasado. Sea como sea, en la internet habían individuos (tal vez más dementes que yo) que se dedicaban a subir posts con ideas y mecanismos para llevar a cabo un suicidio. Ninguna me complació del todo. Pero otra vez, mi fe de errata no me permitió vislumbrar una mítica verdad: estar muerto en verdad no soluciona nada.

El masoquismo, a través de trampas y acertijos, de repente se apoderó de mi. Me tendió lazos de amistad que luego se tornaron siniestros. Me obligó a transitar por profundos y oscuros túneles que lo componen. Y me reía por dentro de mi ser, de una manera estrepitosa cuando me decían "Parecés una emo!" En lugar de tenderme una mano. Una mano salvadora. Una ayuda. Un empujón capaz de librarme de todos aquellos sufrimientos los cuales padecía. Que me ayude a deshacerme porfin de todo el dolor, tal vez, provocado por mí misma.
No creo que los responsables de este acto tengan en cuenta jamás las prominentes dimensiones de la herida emocional que dejaron en mi forma de ver y palpar las cosas. No creo que tengan en cuenta nunca la gravedad de lo que hicieron. Tenderle atrimañas a un ser humano para sentirse superior. Eso sí que es malévolo, despiadado. No me vean así, tan negativa no soy. Creo en verdad que toda aquella experiencia me hizo más bondadosa, más piadosa con los demás. Todos aquellos años de tortura me sirvieron para tenderle mi mano al que esta mal, para no rechazar nunca a nadie, para ponerlos a los otros delante mío cuando debo hacerlo; para tener más compasión por quienes me rodean.
La gente lo sigue haciendo, sigue encontrando la diversión en desacreditar lo que digo esté en lo correcto o no. Las secuelas que me dejó son graves en todo sentido. Aunque debo de admitir que he superado la mayoría, aún tengo miedo. Miedo en todo círculo social en que me encuentre; miedo a decir cosas equivocadas, miedo a que se burlen de mí. Miedo a que me tomen de punto: miedo a padecer bullying otra vez.

Asaltando al tiempo

Mi vida está signada por una paz inequiparable y exótica. Apuntando criaturas con armas de agua, escribiendo textos con máquinas de borrar, mirandote a los ojos siendo ciego; la lógica que transgredo es intrépida y cambiante.
Estoy realizando un intrépido recorrido, descubriéndome, sumido en mi melancolía.
Hagamos una parada en aquella plaza. La de enfrente. Corro lentamente hacia el sube y baja. Uso coloridas y bonitas sedas de pasamanos siendo manco. Me deslizo en las amacas de la vida y dejo que la suave brisa me peine o no me mueva un pelo; no me inquieta lo que pueda pasar pero puede que me ponga nervioso. Las margaritas de aquel cantero me provocan alergia a la sicosis y a el lunatismo.
El polen penetra en mi cavidad nasal, pero carece de gusto para mí.
El chirrido de los columpios entra por mis oídos, pero no huele a nada.
Palpando el césped, no emite sonido alguno..
Me acercás una escalera de roble para que baje hasta la luna. Y me da miedo. Un poco desconfiado, me aferro a ella. Y sigo. Y me copé."¡No es cuestión de ascender tanto!" Me dijiste riendo, y no entendí nada. Me tomás de la mano sin tocarme, existimos siendo nada, bailamos sin música. Con los pies bien aferrados a la tierra, estamos saltando.
Y de repente... ¡Bum! ¡Bang! Chocamos en la curva. Salimos despedidos del auto del destino, en la carretera de la vida: coordenadas erróneas. El mapa estaba derecho, debimos ponerlo de revés. Y volamos. Seguimos volando. Los vidrios del parabrisas curaron nuestras heridas, y sangre azul brota lentamente de ellas. Coagulando. Perdiendo. Volando.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Esclavos


Los días de lluvia, de cierta manera traen aparejados un poco de inspiración. Es el sonido del caer de aquellas mojadas y gruesas gotas, emanan en mí sensación de poder. Sensación de crear. Sensación de sentarme a escribir una vez más.
Y tal es así que en el día de hoy me dispongo a descargarme. Quiero realizar una denuncia. Es que cada vez me molestan más las personas. Me molesta la ignorancia en la cual se encuentran inmersas las grandes masas humanas. Me molesta que nadie respete, lo desviados que están todos.
La granja está completa.Ciegos que quieren guiar rebaños, ovejas que sumidas en su orgullo y excentas de actitud, desafían a sus autoridades creyéndose pastores. Vacas sacrificadas día a día, sumisas, dejan ser llevadas al matadero como si nada importara por aquellas alturas. Terneros desnutridos, ganzos que no pueden levantar vuelo, cerdos revolcados y dándose un precioso baño de su miserable y destellante porquería. Encontramos, por otro lado, a los poseedores y señores de las tierras. Ellos nos tienen así, como quieren, como a los de nuestra categoría. Como asquerosas mierdas. Nos manejan de la forma en que se les antoja. Ellos son los titereteros del teatro barato que montaron a escala mundial, de la farsa del consumismo y la educación que nos implantan y venden. Ellos son los culpables de que hoy en día los adolescentes materialistas no tengan ideales, ni motivación y se dejen llevar por cualquier pelotudes que ven. La tecnología facilitó, entre otras cosas, que se conciba al famoso televisor, un arma, una herramienta que usan para tenerte acorraladito y callado.
¿Alguna vez sentiste cómo los demás hablan a tus espaldas cuando caminás delante de ellos? Patético. ¿Y qué me importa que me digan que estoy loca? Ellos tendrán sus razones, yo tengo las mías para pensar así. La verdad es que ya no me importa. Que yo use la cabeza un poco más que ellos es razón suficiente para que me llamen loca.
Hacía mucho que no dejaba que mis dedos teclearan a su libre alberdío, y salió esto.

sábado, 10 de septiembre de 2011

dilemas*


He dedicado varios años de mi vida a la búsqueda de mi misma, al conocimiento de mis deseos más profundos, de las verdaderas intenciones de mis pensamientos, palabras y acciones. Pero aún así no puedo confiar sólo en mi misma, pues yo sólo expreso el universo en una pequeña área de claridad, aquella en la que tengo más evolución de la conciencia.
Todas las cosas y los seres en el mundo están ahí para darnos respuestas a nuestros interrogantes, directa o indirectamente, con o sin intención consciente, como signos o señales para quienes sepan interpretarlos, así no lleguen a la altura de nuestros valores en ciertos momentos, como no estaríamos tampoco a la altura de los valores de seres más evolucionados en ciertas áreas, nunca totalmente, y menos a la altura de seres como los supuestos "todo poderosos", Jesucristo y Buda.
La base del crecimiento sí es individual, en solitario, con atención y persistencia. Pero para avanzar en las ideas eternas es necesario entrar en contacto con seres que ya encarnen aquellas que aún no hemos desarrollado internamente, o que sus palabras o actos sean fuente de inspiración para ellas por ser un buen ejemplo o incluso lo contrario; todo lo que hay son signos, símbolos, pistas, huellas, y el interpretante hace lo demás.
Es un espejismo creer que podemos crecer solos. Sí es verdad que gran parte del trabajo interior es en solitario y por largo tiempo, y que muy son pocas las personas que más nos impulsarán en ese crecimiento, las que terminan siendo ángeles humanos, las que corresponden a nuestro karma, a nuestro nivel de evolución específico, por lo cual hay una sincronía, compenetración, compatibilidad, conexión, magia, pasión, felicidad y, en un nivel más profundo, amor con esencia.
He encarnado ideas bellas gracias al contacto íntimo con seres que encarnan esencias prescencias que apenas estaban en germen dentro de mi, queriendo ser despertadas y cultivadas.
El día que confie 100% en mi misma, estaré destinada al estacamineto y fracaso.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Extrañas visitas


El rabillo del ojo a veces me muestra cosas que a vista directa no soy capaz de identificar. Visitantes diurnos y nocturnos, seres extraños e inusuales, almas en pena que por alguna razón vuelven a este mundo. Yo solía adoptar una postura neutra. Siempre me mantuve un tanto escéptica ante este tema. Pero uno no cree en sucesos paranormales hasta que los vive. Es sólo la experiencia, el contacto vivo y activo el que nos marca. Y deja una huella que nunca se puede borrar. Es que a veces mi mirada devela más de lo perceptible y desafía a la lógica. Me desafía a mí misma también. Devela ante mí personas vestidas con ropas oscuras que me miran fijamente. Yo lo tomo como un show, analizo lo que me propone. Me calmo y tomo asiento con toda la tranquilidad posible, tratando de dilucidar de qué se trata esto. Alucinación, no creo. Paranoia, menos. No creo estar loca. Tampoco al punto de imaginarme cosas que no existen. Siempre he tenido una imaginación extremadamente activa, pero también puede diferenciar claramente la realidad de la fantasía. Tengo experiencia con mi mente y puedo afirmar que la domino; la línea de la ficción y la vida real está bien trazada y estoy segura de no poder confundirlas.
De aquí viene lo disparatado de la cuestión: ¿Quiénes son estas sombras espectrales que quieren entablar conmigo? ¿Qué rayos tengo yo de interesante? Me gustaría poder encontrar al menos una buena razón por la cual me persiguen, pues no les puedo ser útil en lo más mínimo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Requiem


Cuando el augurio de escapar se hace cada vez más poderoso. Cuando el deseo de huir es cada vez más ferviente en tu interior, quemando de a poco las entrañas de la escasa tolerancia que venías forjando. No dejes que la llama se extinga. Seguir alimentando ilusiones que no te conducirán jamás a nada. Manejarse con eso que llaman "optimismo", para mí, es cosa de tarados.
Ellos se limitan a juzgarme, pero no se dan cuenta de lo difícil que se me hace todo a veces.
Destruirme progresivamente, observar como caigo a pedazos con impotencia y sin poder siquiera juntar mis restos. Sufrir por errores ajenos de gente por cual siento cariño y no quiero perjudicar. Pero, ¿Qué es en definitiva el cariño? No existe el corazón, no existen sentimientos, son solamente ideales y conceptos que se va creando tu cerebro a medida que conocés a otra persona. El alma es irreal; el alma, es un concepto resumido de lo que simboliza la mente humana.

Y lloro, lloro despacio, lento. Lloro mientras presencio mi absurdo pero irónico deceso. Lágrimas resbalan de mi cansino rostro como cura natural a mis dolores intensos. Cuando ya no aguanto más y francamente no me importa nada es cuando me doy cuenta que el cupo de problemas que te puede causar tu alrededor es ilimitado. El no tener actitud para enfrentarlos, en verdad es la cuestión. Carcomerse el cerebro sola, para no herir a nadie.

Me encuentro hoy, literalmente, hundida en un pozo. Rodeada. Por más que salto, pido ayuda y trato de escalar nadie viene por mí. Resbalo en ese oscuro y gris hoyo. Gritos desesperados se oyen desde las entrañas de la cueva de mis pesares: no obstante, nadie viene con su luz a para acabar finalmente con esta infinita oscuridad. Todos prometen, dicen sí, pero nadie parece entender, nadie parece querer, nadie parece saber que es lo que en verdad me sucede. Me aferro entonces a mí misma como protectora, consuelo, salvadora; es el último recurso de todo ser humano sociable utilizar su propio ser como herramienta de escape.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Pequeña niña Disney Channel


No quiero caer en egocentrismos, no quiero dar rodeos, pero tengo miedo de que me me crean una especie de Narcisa. Mis intenciones van mucho más alla de que crean que soy cerrada en mí misma, egocéntrica, exagerada. No, no veo mi vida como un melodrama ni tampoco me hago problemas por cualquier cosa. Sólo reflexiono mi realidad y soy un pocó más franca al respecto, al fin de tener las ideas más claras. Comenzaré esta nota, de alguna manera, omitiendo este miedo a sus juicios equivocados respecto a mi persona. Les ruego sepan disculpar si despierto este sentimiento en ustedes, nunca fue mi verdad ni mi verdadera intención.
Cuando uno está en la pre-adolescencia (hablando de 11-13 años) es cuando comenzamos a ser adolescentes. Somos tontos, revolucionados, con las hormonas alteradas y un comenzamos a desigregar entre el mal y el bien. Cuando la mayoría de los niños se hallaban en la "pelotudes" (perdón por la palabra, pero se me hizo necesario utlizar un término con el que estén ustedes familiarizados a fin de poder agilizar la comprensión) me hallaba en un camino un tanto paralelo al tradicional. Fue en aquel momento donde me empecé a interesar por cosas mas elementales y objetivas, contrarias a las que mis compañeras deicidían volcarse. No lo voy a negar, en vano traté de ser como ellas, y fue duro estar tres años siendo basureada en un grupo de "reinitas perfectas" sólo para encajar en algo. Me arrepiento de este hecho que creí que aumentaría notablemente mi estima propia: sólo la bajo hasta el punto de dejarme indefensa. Ante la indefrencia de mis padres, no tenía modelo que seguir, yo debía marcar mi propio camino, pero ¿Con once años qué puede saber uno? He hablado de esta etapa de mi vida en reiteradas oportunidades, y creo que ya quedó bastante claro como me sentí. Pero jamás les conté cómo hice para sobrevirir a él, ¿O me creen fuerte quizás? Já.
No, no me cortaba. Tampoco lloraba todo el día (aunque a veces sí lo hacía). No pedí ayuda, ni por sobervia, ni por orgullo: ¿No lo entienden acaso? No tenía a quien pedirla. No tenía amigos (eran falsos), no tenía familia ni compañía.
Era un poco tímida y con menos actitud. Mi mente reflexiva y observadora seguían ahí, pero mi reacción ante las agresiones externas no estaba del todo desarrollada. Podría haberme arrollado un camión
Me deleitaba entonces viendo Disney Channel. Recuerdo querer imitar a los personajes que salían ahí, haciendo sus cosas, siendo divertidos. Quería que mi vida fuera así, perfecta, de televisión. Quería ser una Alex Russeau, tener magia y cambiarlo todo. Recuerdo haber intentado usar su loco estilo de moda, sin tener en cuenta que se trataba de una simple ficción y que el concepto de moda estadounidense no era precisamente "el mismo" que el de Argentina. Me miré al espejo satisfecha con el resultado, cuando un grito de mi madre me advirtió que algo no andaba muy bien: "¿¡Qué te pusiste!?" Fue su reacción a mi nuevo look, reacción previa a que me mandara a cambiarme.
Y ahí estaba. La pequeña niña Hannah Montana, tratando de escapar de la superficialidad con más superficialidad. Una incomprendida, una que se creía "rebelde" por ver el canal más conservador y represor de la televisión. Por unirse a la corriente con la mente más cerrada que existe. Por ser, en definitiva, un poco estrafalaria, la distinguida del montón.
¿Un poco melodramática? Já. Nada. En a b s o l u t o .
Admito que mi obsesión no fue tan extensa: ya un año después, me encontraba fascinada por Michael Jackson. Sí, obsesionada por Michael Jackson. Pero la gente madura, y si de gustos hablamos, han tenido un cambio radical en mí. Me gustan mucho bandas con letras profundas como The Police, Los Redondos y Skylar Grey. Lo que quise decir con esta nota, poniendo en riesgo mi dignidad y mi conducta moral (sobre todo por la parte de Hannah, jaja) es que todos necesitamos resguardarnos de algo alguna vez, no importa de qué. Todos tenemos nuestro jardín secreto, un pasado contrario al actual y que preferimos obviar. Todos ocultamos algo, una faceta distinta a la cotidiana que en muchos casos como éste, nos averguenza.
Es parte de aceptar lo que fui, para vivir mejor lo que soy.

domingo, 21 de agosto de 2011

En contra


“Muchos habrían sido sabios si no hubieran creído demasiado pronto que ya lo eran.” (Séneca)

Observando en un patio de colegio las discusiones que mantienen a veces los grupos de chicos y chicas, se puede aprender mucho acerca de la personalidad de cada persona. Cada uno parece tener unas orejeras puestas y están más preocupados de ridiculizar las opiniones de sus compañeros que de argumentar las suyas propias. Se interrumpen impunemente tratando de imponer su verdad, sin escuchar las razones del contrario. A veces incluso sus argumentos distan mucho de lo que piensan en el fondo de su ser, pero todo vale con tal de tener la razón y quedar por encima de los compañeros acudiendo a descalificar al contrario y utilizar argumentos poco éticos que lejos de llegar a un entendimiento, hacen que cada vez se distancien más.

Lo lamentable, analizando la situación desde la perspectiva del que no está implicado en la discusión es que las posturas eran cercanas pero las formas y el no saber dialogar les pierden, haciendo que no lleguen a ningún punto de encuentro. ¿Triste no?

Esto mismo ocurre en la sociedad con los adultos y no nos damos cuenta de ello. A los adultos nos parece que no hay más verdad que la nuestra y a veces queremos imponerla a los demás sin escuchar al otro y sin atender a razones. Si bien es verdad que hay profundas convicciones en las que no debemos ceder ante los demás, la mayoría de las veces los enfrentamientos vienen dados por cosas muy poco importantes que si lo analizáramos nos daríamos cuenta que no merece la pena un enfrentamieno.

Resulta más enriquecedor para la convivencia descubrir las cosas que nos unen en lugar de recrearnos y querer imponer aquellas que nos diferencian y nos separan. Hay pocas o ninguna verdad absoluta, pues casi siempre depende del punto de vista de quién las emite. A veces cuando se discute, cuanto más se quiere imponer un argumento, se pierde la razón y lo que en realidad ocurre es que se quiere imponer al contrario nuestro punto de vista que casi siempre es subjetivo y nada objetivo.


miércoles, 10 de agosto de 2011

Astronauta



Can anybody hear me?
Am I talking to myself?
My mind is running empty
In the search for someone else
Who doesn't look right through me.
It's all just static in my head
Can anybody tell me why I'm lonely like a satellite?

'Cause tonight I'm feeling like an astronaut
Sending SOS from this tiny box
And I lost all signal when I lifted up
Now I'm stuck out here and the world forgot
Can I please come down, cause I'm tired of drifting round and round
Can I please come down?


Siento como si no le importara a nadie en verdad. Quisiera poder romper con estas cadenas que me atan a tanta basura que me obliga a atascarme y a perder cada vez más tiempo. Ellos sólo se limitan a apuntarme con su dedo mientras camino y a susurrar cuando doy la vuelta. Luego, por el contrario, llego a un punto en el cual soy una sombra que camina, aire. Me llevan por delante, se olvidan de mi prescencia. A veces siento que realmente mi existencia no importa. Entonces, ¿Por qué no morir? Si siendo un fantsma no habrá nadie que me arrolle con mentiras y estupideces, entonce ese es el camino que elijo.
Me gustaría poder encontrar un punto medio que pueda estabilizar mi situación. Si soy como soy la paso malo. Si trato de ser otra persona, peor aún. Soluciones mágicas no existen, pero que puedo decir, esto a veces agota.
¿Les conté alguna vez mi ex afición por el espacio exterior? En momentos como estos me gustaría viajar allí y nunca volver. La paz de los cosmos, el brillar de las estrellas, el silencio de la nada y el infinito se convertirían em mis mejores amigos. Existieron en mi vida noches completas en las cuales sólo me dediqué única y exclusivamente a observar la luna. Es tan hermosa, tan hipnotisante a veces. Tiene tantas formas, tanto relieve, tanto para ver. Tanto brillo, colores, texturas. La luna es el satélite más bello de todos los tiempos. Inspira, da paz y armonía. Desde aquí parece un lugar amarillo y seguro donde nada sucede en realidad. Ha constituido desde siempre, una fuente innagotable de inspiración para personas que vemos la escencia de las cosas...

jueves, 4 de agosto de 2011


Me niego a vos y a tus putos prejuicios. Me niego a tu falta de compasión. Me niego a tu mente más cerrada que una piedra, a tus pensamientos de cientoveinte años atrás, a tus locuras, manías y fobias a las que me sometés. Me niego a tu manera de ver y analizar las situaciones que me acontecen, me niego a permanecer en tu diyuntiva de qué hacer con mi vida, a eso que llamás "educación". Me niego a que me degrades y te creas más por tener conceptos distintos, a tu intolerancia, a tu desconfianza y falta de entendimiento. Me niego a tu imitación burlesca de mis sueños, expectativas, cosas que no he podido hacer aún. Digo "no" a tu ignorancia, tu ego, tu amor por vos mismo o tu estupidez llevados al extremo. Me niego a que te creas ser feliz cuando te falta tanto, a tus críticas tan superficiales sobre mí, que al final de la película, dejan al descubierto la clase de persona con la que estamos tratando. Me niego a que me repriman todo el tiempo, me imposibiliten ser quien quiero ser o actuar como en verdad me gustaría comportarne. Me niego a formar parte de tu círculo vicioso del esterotipismo y las modas, a creerme las porquerías que inútilmente tratás de inculcarme. Me niego a que me digas loca, te rías de mis errores, a que cometas los tuyes y te justifiques con el típico versito de que "nadie es perfecto". Me niego a que tomes como tu última salida imponerme tus caprichos. Me niego a que me digas que me digas "negativa", a que me juzgues o me pongas tus etiquetas. Me niego a ser tu ratita de laboratorio, tu premio consuelo, a que analices todo lo que sale de mi boca. Me niego a que te quieras comer mi mundo, a que me quieras aplastar como una hormiga, a los que quieran derrumbarme o me tengan envidia. Me niego a que trates de imitarme, a que me excluyas, me patees, me heches a un lado. Me niego a que desacredites todas mis observaciones, a que no toleres mis críticas, a tu testarudez. Me niego a lo que vos conciderás "correcto", a tus malditas religiones, leyes, y abstenciones.
Hay ocasiones en las cuales me gustaría callarle la boca a unos cuantos.

lunes, 1 de agosto de 2011

La vie en rose (Mis creencias)



Con el tiempo aprendí que hay cierta gente la cual es, simplemente, diferente a los demás. No se lleva con la sociedad, los humanos son sus peores enemigos, y no logra entablar la más mínima relación con ellos. ¿Alguna vez te sentiste diferente, radicalmente distinto? Es como si lo que es simple para los demás, a vos te costara treinta veces más. Por el contrario, lo que a ellos les cuesta horrores para vos es sencillo y concreto. Es como si vieras a los demás hacer cosas "normales".
Hace un tiempo atrás, no mucho, mantuve una profunda charla con un amigo, de esas en las cuales se tocan temas serios y existenciales. El me ayudó a resolver mi dilema y por decirlo así, colocó un ladrillo para los cimientos que pude construir. He llegado a lo conclusión de que hay personas que nacen con talentos, y otras que no. Aquellos carecen de don alguno, llevan una vida normal y sin complicaciones. Por el contrario, los que hemos sido concebidos con alguna habilidad innata, debemos pagar nuestro precio por ella. Sería muy injusto si además de poseer una facilidad natal, pudieramos llevar una vida feliz y normal.
¿Alguna vez escucharon la frase "Todo tiene un precio en la vida"? Es un cien por ciento aplicable a lo que quiero decir. Me explico: Creo firme y impositivamente que todo aquello que nos sucede en esta vida es por algo, más allá del proverbio popular. Por cada acción hay una reacción igual y en sentido contrario. Por cada suceso negativo que acontezca en tu cotedianeidad, habrá una reacción, un resultado, algo que puedas ver del otro lado. Era necesario que John Lennon perdiera a su madre cuando aún la empezaba a conocer; hubiera sido muy injusto que además de tenerla a su lado fuera un fenómeno histórico, un hito, un principio y final en el rock melódico. Era injusto que Bethoveen conservara su oído sabiendo que por siempre se ubicaría en el primer puesto del podio musical. Podría darles infinidad de ejemplos que se asemejan a este, la mayoría de figuras públicas, pues al estar la mayor parte del tiempo expuestas resulta más sencillo identificar este fenómeno. Toda persona que fue parte algo grande, algo poderoso, tuvo que pagar un precio por ello.
Es algo en lo que creí desde siempre. Podrán decir que tal vez es un vano consuelo que utilizan los desafortunados a los cuales les toca afrontar dificultosas situaciones en su vida, pero es ciertamente aplicable a todo lo que pasa. La vida es justa y todo tiene un por qué para mí. Mi justificación es, justamente esa. La ley de Newton fue ciertamente aplicable para mí en estas cuestiones.
Quizás debería dejar de buscar explicaciones y tratar de justificar todo lo que me sucede con mis "alocadas" teorías. Voy a ser sincera con ustedes, no siempre sigo al pie de la letra los principios que yo misma me he impuesto. Aunque crea que "Las mentes positivas hacen cosas positivas" es un requisito con el cual no he podido cumplir aún. Siento como si mi estado real fuera estar triste. Por naturaleza siempre fui callada, depresiva y un tanto autista. Me encierro en mi mente, pienso detallademente cada cosa que veo, y no suelo sonreír mucho. Si es que alguna vez me han visto gritar o reír, deben de saber que esa no es la verdadera "yo". Es sólo un disfraz, algo con lo que me gusta ocultar mi faceta real para poder curarme, sentir, vivir un poco más, darle algo de alegría a mi duro y reseco "corazón" (¿¡Quién dejo que yo no podía ser cursi también!?). Mi gama emocional es escasa y me condena a derramar lágrimas por doquier. Siembro tristeza y debilidad; no sé defenderme, supongo que me valgo de estas palabras y letras a modo de escudo.

miércoles, 20 de julio de 2011

Hoy fue un volver a la rutina. Un volver a lo de todos los días. Un retornar al infierno de la inadaptación social y a la inseguridad ante la interacción con el resto de los humanos. Fue un sentirme diferente, sensación que la costumbre me obligó a perder. En el día de hoy nuestra profesora de religión nos llevó a la capilla de la insitución. Luego de explicarnos que aquel era un momento de reflexión y espiritualidad muy profundo, realizó en nosotras ejercicios mentales a fin de incentivar nuestra relajación y fue repartiendo banco por banco, una carta enviada por "Jesús". Debíamos leerla y posteriormente elaborar una breve contestación en nuestro "cuadernito de reflexión". Esto fue lo que escribí:
(click para ver más grande)

domingo, 17 de julio de 2011

Cuando el círculo de confianza está roto


Cuando uno conoce a una persona nueva, es donde se dice que se comienza a entablar una relación. Siempre pensé en las relaciones como arcos en los cuales se van agregando más y más puntos, (por decirlo de una manera figurativa y un tanto cursi a mi gusto) en el corazón de la otra persona. Mientras más encestadas hacemos, más vamos significando para el otro. Más de una vez se me cruzó por la cabeza que este modo de pensar las cosas tal vez sea perjudicial para mí, sin embargo no dejo de aplicarlo de manera automática. Las encestadas poco a poco van formando una óvalo, al que me gusta llamar mi pequeño aro de confianza con el otro.
Hoy han roto súbitamente uno de los extremos de mi humilde aro. Romper es poco. Lo quemaron. Lo arrojaron al vacío. Restaron todos los puntos, quizás más. Traicionaron mi confianza y de la forma más vil. Me lamento por haberte incluido en él, por pensar en vos, por visualizarte en mi mente cada vez que estaba aburrida y no sabía que hacer. Estos momentos precisamente, constituyen los que más me odio a mi misma al cien por ciento. He aquí una prueba de mi estupidez: confiar en alguien que acababa de conocer, pero de verdad me gustaba. Entregar el cariño ciegamente, eso sí que es de locos. Soy una loca, pero no estúpida; ya no más, ya basta. Tengo el corazón una roto una vez más, y nunca aprendo. Mi pregunta es: si tengo la mente tan abierta a todo, tan dispuesta al ingreso de conocimientos nuevos y mejores, ¿¡Por qué no entiendo que no tengo que apresurar tanto las cosas!?
Tal vez sea porque tengo tendencia a ser un poco falta de experiencia en esto. Debo admitir que en cuanto a temas de adolescentes estoy bastante "fuera de onda" y me cuesta entender ciertos "códigos" que manejamos.
No lo sé. Sinceramente puedo decir que NOSÉ.
NO-SÉ-
s o l o s é q u e n a d a s é
Mientras los sigo entreteniendo con el circo que es mi vida, me voy a estudiar francés.
J O D A N S E
Y GRACIAS POR NADA .

jueves, 14 de julio de 2011

Novela Pensamientos Urbanos

Decidí subir una novela, la segunda que escribí. Esta consta de 80 páginas de Microsoft Word y habla, en definitiva, del valor que debería tener la verdadera amista para mí. La idea original vino a mi cabeza como un rayo, un dia lluvioso y húmedo, mirando caer las gotas desde la ventana del colegio. Como era mi segunda novela, la considero basura (si no, no la subiría) pero pienso que les podría gustar. Es un tanto tonta a veces (notarán errores tales como que hice demasiado énfasis en detalles bobos, como por ejemplo la ropa o el color de zapatillas) pero les puedo asegurar que es muy atrapante y llevadera. La lectura de por sí es bastante sencilla, pero si no entienden algo podrán consultar conmigo. El enlace del blog que creé es http://pensamientosurbanos-nov.blogspot.com/
Si hay alguien a quien le moleste el hecho de que no tenga sangrías (blogger las borra todas automáticamente al subirlas) les podría pasar el original por mail... Bueno, no creo que les guste tanto como para que me lo pidan por ahí. Saludos.

martes, 12 de julio de 2011

Bronca

Me da bronca, que ni siquiera puedo tener intimidad en lo que escribo. Me da bronca que meta la mano CUALQUIER INFRADOPTADO y destruya un año de trabajo incansable. Sí, un tarado que arregló la computadora borró accidentalmente algunos archivos, entre ellos una novela de 75 páginas de Microsoft Word, mi reliquia más valiosa. Era MI PRIMER NOVELA, mi tesoro. ¿Y ahora qué? ¿Qué puedo hacer? ¿Ir y matarlo? Me ofrece dinero, pero con eso no se arregla nada. Lamentablemente es imposible comprar todo el empeño, la ilusión y el sudor que había volaco en aquel texto. Todos aquellos personajes que eran casi como amigos. Yo los imaginé y los fui moldeando a mi gusto infinitas tardes llueva o truene. Se borraron muchísimo más rápido de lo que vinieron. Tantos retoques, tanto que la pulí, tanto brillo que había logrado sacarle. Tanta ilusión, tantos sueños con el futuro de esos escritos.
¿Y por qué todo esto me pasa a mí? ¿Acaso llevo un karma? ¿Una marca en mi espalda?Sí, me hago todo el drama del mundo porque es para hacerse drama: la perdí, la perdí, ya está. Ustedes también se agarrarían la cabeza de saber todo lo que me costó hacerla. Porque no era uno de esos pensamientos del momento, cosas que se me ocurren en el momento como lo que pongo en este blog. Diseñé cada ambiente con planeamiento y disimulo. Modifiqué
Tengo en cuenta que este blog es visitado por una audiencia considerable, asíque a quien esto le parezca una estupides, se puede ir a la mierda. Sólo me queda tirarme en mi cama a escuchar Sonata Claro de Luna mientras lloro y pienso en lo asqueroso que es el mundo. Nada más.

viernes, 8 de julio de 2011

Defectuosa

Y sí, tengo que admitirlo, las ortodoncias no pudieron hacer milagros conmigo y dejaron más de dos centímetros de espacio entre dos de mis dientes de abajo. Mis puntas pasan la mayor parte del año florecidas (especialmente en invierno), tengo pómulos más grandes de lo normal. Camino arrastrando los pies, soy muy torpe y me suelo tropezar con todo. No conseguí aún hacer que mis dedos suenen, pero no obstante, mi talento radica en que mis muñecas hacen un crac más fuerte del que te puedas imaginar. Cuando exhibo este dote en público, la gente suele irse asustada gritándome que soy una deforme.
Me llego a creer tanto mis sueños, que a veces me despierto llorando. Por la noche, a veces hablo dormida en un idioma "raro" que más de una vez le provocó un susto a mi mamá, cuando inocentemente va a buscar algo a mi pieza. Creo que la mujer y el hombre más lindos del mundo son Brooke Shields y Brad Renfro, aunque no me les parezca en lo más mínimo. No importa que estación del año sea, parece que hay algo que no está bien con la refrigeración de mi cuerpo porque siempre estoy fría. Con el paso del invierno, mis manos se tornan amarillas, retornando poco a poco su color cuando llega el verano. No suelo transpirar porque no hago ningún deporte. No es que no me gusten, es que nunca he sido muy habilidosa con ellos. De pequeña miraba todo el día Mtv, de ahí mi afición y mi sueño frustrado de ser cantante. Mi memoria arranca desde los dos años, y recuerdo cada pequeño detalle de todo mi entorno.
Cargo con una horrible fobia al fuego, que no me permite tocar el horno, prender fósforos o incluso tirar pirotecnia durante las fiestas; llámenme aburrida sí así lo desean, es algo que a mí tampoco me agrada particularmente y con lo que tengo que luchar día a día.
Nunca lloré ante una muerte. Puede sonar loco, inhumano, pero la muerte no evoca ese sentimiento en mí y no me autoinduciré a llorar jamás. Me pongo dura como una roca y eso me preocupa. En los funerales, sólo pienso en el hermoso lugar que se supone que debería estar el difunto, y punto. La nostalgia vendrá después, cuando extrañe su presencia. Muchas veces me han reprimido por esta conducta llamándola una falta de respeto hacia el muerto. Siempre digo (un término más apropiado sería pienso) que si desprendo algunas lágrimas son por bronca, no por tristeza. Es la forma que tengo de exteriorizar algo que me produce odio o rabia, cuando ya no soporto. Esa es la explicación más lógica que he encontrado para esta curiosa deficiencia física que poseo.
Tengo tan poca presición pintándome las uñas que siempre hago un desastre con el esmalte. Me arranco la piel de los labios y si me pongo manteca de cacao, relamo mis comisuras al instante sin siquiera darme cuenta. Sólo uso la lógica el 3% del día: es por esto que tengo tendencia a ser inútil o inservible (la gente se toma el trabajo de repetírmelo todos los días de mi vida). Tengo incluso muchas canciones en mi Ares de las cuales desconozco sus intérpretes; siempre las descargo de tropeles y eso hace que mi máquina vaya lenta. No frunzo el ceño porque alguna vez escuché que trae arrugas prematuras; hay una parte adentro mío que nadie conoce, oculta, oscurísima. No la presumo ni la enseño públicamente. Es aquella parte de mi ser que se siente sola, que quiere gritar, que se siente terriblemente melancólica y ahogada en mentiras, confusiones e incertidumbres. Tal vez sea, la que se refleja en lo que escribo, la que se refleja en este blog. Un pedazo mío que me excluye y al resto no suele agradar.

miércoles, 6 de julio de 2011

Ficcionamiento


Ahora Hollywood quieren hacerte pensar que ellos saben qué es el amor, pero yo voy a decirte lo que es el verdadero amor. AMOR no es lo que ves en las películas, no es el éxtasis, no es lo que ves en esas escenas. El verdadero amor es SACRIFICIO, amar es pensar en los otros antes de pensar en vos. El amor es DESINTERSADO, no es egoísta. Amar es actuar por el beneficio de los demás sin pensar si quiera en el propio. Amor es un sentimiento propiamente humano, casi tan humano como reír, llorar, hablar, respirar. Es una palabra tan sencilla, que consta de cuatro simples letras, las cuales sin embarco abarcan un abanico tan grande de verdades y sentimientos. Un amor verdadero no tiene necesidad de ser lindo, o perfecto. Es esa sensación que recorre tu ser cuando le das un abrazo a tus abuelos. Eso que sentís en el momento en que vez entrar por la puerta a un familiar querido y lejano. Amor es dar, y no me importa que suene cursi. De hecho QUIERO que suene cursi. Porque el amor también se compone de cursilerías, de pequeños detalles cada día. Que tu mamá cocine para vos cada vez que puede o tiene tiempo es amor. Que un amigo se prive de sus cosas para verte es amor. Que tu hermano te ayude con las tareas es amor. Y la verdad es que me molesta que muchas personas esperen dar un beso bajo la lluvia o de cabeza para amar. Porque eso es lo que causan con sus porquerías, con su falsa imagen de lo que es la vida; que tu cabeza esté llena de tomas y escenas en lugar de sentimientos reales.

domingo, 3 de julio de 2011

El secreto del entender


Entendí que ser fuerte es algo que tú eliges. Entendí que a veces tengo que contener mis impulsos. Entendí que es primero pensar, luego hablar. Entendí que no importa cuántos años tenés, si no cómo los usas y qué es lo que haces con ellos. Entendí que el espíritu y el intelecto son lo fundamental en la persona. Entendí que para que no te pasen por arriba, el sentirse al menos un poco superior a los otros, es elemental. Entendí que si nos dejamos llevar por las opiniones de los demás, ¿Para qué tenemos las nuestras? Entendí que hay algunos momentos en la vida en los que tenes que decidir por vos mismo. Entendí que yo misma puedo ser mi mejor compañía a veces. Entendí que sin importar lo que lo demás más digan, debo hacer lo correcto. Entendí que para rechazar algo, primero tenés que saber qué es lo que estás a punto de denigrar. Entendí que en algunas ocasiones es mejor dejar lo que pensás para tus adentros, nada más. Entendí que un silencio puede decirme todo el alfabeto y más. Entendí que la vida no es esperar a que pare la lluvia, si no aprender a bailar mientras caen las gotas. Entendí que la mejor cura al dolor es el aferro y el tiempo. Entendí que la sobrebia me lleva a subestimar a la gente sin saber qué quieren o qué me están proponiendo. Entendí que "Dime con quién andas y te diré cómo eres" es sólo otro mito. Entendí que se debe elegir el mejor camino, no el más fácil. Entendí que los cuerpos que salen en las revistas no son realmente tan hermosos, o sus dueñas de verdad pasan hambre (Este mundo sería un lugar mejor si en lugar de decirnos qué tiene puesto la modelo, nos informaran con qué desayuna). Entendí que la sociedad nos impone ciertos estereotipos, que no estoy dispuesta a seguir si eso no conlleva mi felicidad. Entendí el mal que me hago al forzarme ser algo que no soy. Entendí que "Hay tantas opiniones como narices", que la normalidad no existe, que todos tenemos nuestro jardín secreto, que la amistad es una forma muy saludable de sentirse reconfortado, que puedo hacer cualquier cosa si de verdad me lo propongo. Entendí que la leche es mejor fría que caliente, que nadie te va a descifrar el significado de tu vida (esa es tarea tuya), que la vida siempre da segundas oportunidades, que el actuar por sobre nuestra voluntad nos diferencia de los animales. Entendí a fuerza de mi propio carácter y sin que nadie me obligue a entender. Entendí que no hay un secreto para entender, porque entender es simplemente eso: entrar en razones, saber el por qué de algo para poder adentrarlo a tus conocimientos y a tu espíritu.