
Estoy realizando un intrépido recorrido, descubriéndome, sumido en mi melancolía.
Hagamos una parada en aquella plaza. La de enfrente. Corro lentamente hacia el sube y baja. Uso coloridas y bonitas sedas de pasamanos siendo manco. Me deslizo en las amacas de la vida y dejo que la suave brisa me peine o no me mueva un pelo; no me inquieta lo que pueda pasar pero puede que me ponga nervioso. Las margaritas de aquel cantero me provocan alergia a la sicosis y a el lunatismo.
El polen penetra en mi cavidad nasal, pero carece de gusto para mí.
El chirrido de los columpios entra por mis oídos, pero no huele a nada.
Palpando el césped, no emite sonido alguno..
Me acercás una escalera de roble para que baje hasta la luna. Y me da miedo. Un poco desconfiado, me aferro a ella. Y sigo. Y me copé."¡No es cuestión de ascender tanto!" Me dijiste riendo, y no entendí nada. Me tomás de la mano sin tocarme, existimos siendo nada, bailamos sin música. Con los pies bien aferrados a la tierra, estamos saltando.
Y de repente... ¡Bum! ¡Bang! Chocamos en la curva. Salimos despedidos del auto del destino, en la carretera de la vida: coordenadas erróneas. El mapa estaba derecho, debimos ponerlo de revés. Y volamos. Seguimos volando. Los vidrios del parabrisas curaron nuestras heridas, y sangre azul brota lentamente de ellas. Coagulando. Perdiendo. Volando.
que bien escribis!!
ResponderEliminar" Salimos despedidos del auto del destino, en la carretera de la vida: coordenadas erróneas. El mapa estaba derecho, debimos ponerlo de revés. Y volamos. Seguimos volando. Los vidrios del parabrisas curaron nuestras heridas, y sangre azul brota lentamente de ellas. Coagulando. Perdiendo. Volando." Me encanta esta última parte, es perfecta. Un abrazo sol!
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