La gente tiende a ignorar lo extraño e inusual

domingo, 14 de abril de 2013

Hoy, día de rasguños, de reposo y una compresión en el pecho que mata.
Nada de llantos, nada de matices oscuros.
Hoy, me robaron mi tesoro.

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Al fin decidí compartir con la gente lo que escribo, en un espacio público como lo es este. Las razones por las cuales nunca quise fueron varias, entre las cuales está el miedo al plagio, a las críticas, a que caiga en manos extrañas e indebidas...
Sé que soy joven, pero a pesar de esta persistente realidad que me veo forzada a vivir cada uno de los días de mi corta vida, siento como si ya tuviera ciento un años. Tal vez no sea de esta especie. Un error de la naturaleza. ¿Un error de Dios? Un error que ni siquiera la ciencia sería capaz de explicar.
Algunos de los textos que van a encontrar datan de dos o tres años. Otros los redacto cinco minutos antes de subirlos. Pero todos llevan algo, una característica irreporchable e indiscutible: mi impornta personal, prueba de que fueron hechos por mis propios dedos.
Me gusta desafiar al destino. Me gusta la lluvia, el arco iris y escribir, como ya es muy obvio. Adoro las hojas secas, aunque odie el otoño. Aportan un toque meláncolico, por momentos, a esta podrida ciudad. Odio exponerme y que me exijan cosas. Odio usar cancanes y no estoy tan conforme conmigo misma.

Golpéame, ódiame

Tú nunca podrás hundirme

Dispón de mí, estreméceme

Nunca podrás matarme

Llámame judío, demándame

Todos lo hacen

Patéame, golpéame

No me hagas blanco ni negro

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domingo, 14 de abril de 2013

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