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miércoles, 20 de junio de 2012

Sín titulo I

Mientras transcurren las fracciones temporarias, me cuestiono. Encontrarle un placer a lo morboso. Deslizarse por los siniestros y pronunciados caminos de la agresión. El sadomasoquismo, qué delirante placer.

Es hallarle satisfacción al lastimar propio. Es regocijarse en cada lamento, satisfacerse en el consumo lento y prolongado de la carne que no es ajena. Constituye el más precioso de los suplicios, una suerte de incomprendida contradicción a lo largo de los siglos, en la cual aquellas almas que la padecen enfocan todo su ímpetu en la flagelación propia.

Olviden la cordura, olviden el rencor. No hay tiempo para actuar convincentemente en la telaraña de delirios de los que no conseguimos hilvanar un pensamiento a otro.

Dios sabrá de los inminentes peligros de aquel hombre que no consigue controlar sus pensamientos, dejando que estos se escurran cual manada salvaje de inmensas praderas.

Intentar ocultar

O bien, el olvido...

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